Ya has leído 2 millones de libros de autoayuda, ya te sientes más o menos segura, ya eres una empresaria, ya has hecho todo tu trabajo de mentalidad, pero escribir ese mail mandando al guano a ese cliente pesado que no para de estrujarte hasta dejarte seca... eso no, eso te cuesta un triunfo.
Aprender a poner límites no es solo decir no, sino también definir las normas en tu empresa y aprender a comunicarlas, decir no y también sí, aprendiendo a negociar y cediendo de vez en cuando, pero cuando tú quieras.
Aprender a poner límites también es aprender a expresar lo que quieres y aprender a pedirlo.
Nadie nos ha enseñado a establecer los límites, pero menos aún a sostenerlos una vez puestos.
Convierte tu conocimiento en acción y aprender a manifestarte en tus relaciones de forma tan segura como ya te sientes por dentro.