La motivación está sobrevalorada. Se nos ha hecho creer que quien tiene motivación no volverá a sentir lo desagradable de los procesos de crecimiento, mejora y cambio. O peor, que con motivación lo podremos todo.
¿Quién nos "ha hecho creer"?
La verdad es que no creo que nadie te haya dicho: «si estás motivad_, jamás volverás a tener una experiencia desagradable mientras vas a por lo que quieres», pero ese ente que es «la sociedad» parece que transmite «cosas» de forma subliminal e implícita y que nosotros nos las «comemos».
Somos seres sociales y por supuesto que necesitamos de ese ente, todos queremos pertenecer a algo, a un grupo generalmente, por lo que no podemos pasar por alto esos «mandatos» sociales y tampoco podemos (aunque sea de forma inconsciente) pasar por alto lo que se «nos dice» aunque sea de forma inconsciente.
Pero de un lado (pasar de los mandatos) a otro (comernos los mandatos sin pensar) hay un gran número de grises que olvidamos.
Un poquito de carácter crítico
Y no sé, a veces creo que nos hemos quedado en la fase en la que la frustración no era una opción y que otr_s nos resolvían la vida.
Tampoco tengo claro que tengamos en cuenta que los procesos de aprendizaje conllevan una curva y que al principio te sientes un poco incapaz, lógicamente. Esto es desagradable y no hay motivación que lo evite.
No sé si tendrá algo que ver la frase de: «dedícate a lo que te apasione y jamás volverás a trabajar». Y una 💩 como un 🎹.
Pero, ¿qué patraña es esa…?
A mí me encanta mi trabajo, pero hay mañanas en las que levantarme es un suplicio, primero porque estos días hace un frío fuera que pela y segundo porque para mí no disponer de mi tiempo y dedicárselo a los demás casi en la totalidad de mi jornada laboral es agotador. Y me encanta mi trabajo, repito.
Dos ejemplos de ¿desmotivación?
Uno, el mío. Si yo cada mañana que me levanto sin ganas (o con más ganas de estar en la cama al calentito un ratito más, o con ganas de encargarme de mis plantitas) me cuestionara y me preguntara:
«Joe, es que no tengo motivación hoy, ¿será que no me gusta lo que hago y que en el fondo, aunque no me dé cuenta no es lo que quiero?«
Si hiciera esto, creo que jamás en la vida hubiera podido dedicarme a algo más de 2 años.
Y ojo, esto no significa que no pueda cambiar, porque soy un culo de mal asiento y la psicología de mis principios no tiene nada que ver con la forma en la que aplico ahora la psicología.
Y el segundo ejemplo, el de tod_s.
¿Habéis visto aprender a caminar a un bebé? Gracias a la Vida y la Naturaleza que aún no tienen desarrollada la capacidad declarativa (contar[se] cosas).
Porque si un niño mientras camina «escuchara» sus pensamientos, jamás en la vida hubiéramos conseguido erguirnos.
Y es que… los niños se caen, se hacen daño, corren riesgos, se hacen incluso heridas y no se plantean si es que cuando están en pleno llanto porque se han hecho daño, como no tienen motivación en ese preciso momento, entonces no saben si será que eso no les gusta y que deben buscar otra forma.
Tampoco se dicen lo 💩’s que son porque claro, «me he caído y no me ha salido bien».
Un bebé de meses tiene más capacidad de gestionar su dolor y su frustración mejor que yo, tiene narices la cosa.
La motivación no es un remedio mágico
Y es que esta idea de la motivación como remedio mágico que nos ahorrará las partes desagradables de la experiencia nos genera unas expectativas imposibles, irreales y además inalcanzables.
Y así pasamos del éxtasis inicial al abandono, con su consiguiente vergüenza e invalidación.
Vergüenza, invalidación, frustración, enfado… que no aprendemos a manejar y abandonamos.
Y como siempre abandonamos por «falta de motivación» (ejem, excusa), nunca aprendemos a manejarlas. Esto al final construye un autoconcepto y una autoestima un poco… «deficientes», voy a decir.
El temido pero socorrido "es que no sé lo que quiero"
Otra gran cuestión que se nos presenta:
«Es que no sé lo que quiero» porque cada vez que falta la motivación y un día tenemos menos ganas o la persona con la que trabajo o el proyecto me parece tedioso, nos cuestionamos «¿no será que ese objetivo no «me gusta» y que no es lo que quiero?».
Y ya tenemos la razón perfecta para abandonar y quedarnos en la cama calentitos.
Como sabemos manejar la frustración, el enfado, la tristeza… vamos, las emociones difíciles, abandonamos.
Y como abandonamos, nos incapacitamos para vivir las partes feas de seguir nuestros objetivos.
Es un bucle infinito.
Consecuencias
Nos incapacitamos para vivir las partes «feas» de seguir nuestros objetivos, no nos damos la oportunidad de vivir la experiencia completa y aprender que la Vida, de forma natural y orgánica, tiene partes desagradables.
Pero sin pasar por ellas tampoco nos damos la oportunidad de saber que estamos preparados para pasar por ellas. Jamás aprendemos que somos capaces no sólo de de pasar por ellas, sino de gestionarlas y transitarlas.
Pasan estas dos cosas:
Modelo 1:
No soy capaz (aún) -> me expongo -> ¡uy, qué desagradable! -> «claro, es que no soy capaz» (jamás lo seré) -> dejo de hacerlo -> jamás soy capaz.
Modelo 2:
Voy a por ese objetivo -> me expongo -> ¡uy, es desagradable! -> «uff, qué pereza, no me apetece» -> «será que no me gusta» -> abandono y me meto en un cuestionamiento perpetuo: «es que no sé lo que quiero».
Y estos patrones no se rompen sólo con motivación…
La motivación es una condicion necesaria, pero no suficiente.
La motivación te va a poner en marcha, pero no te va a mantener en la marcha.
Y cuando falte, ¿Qué vas a hacer? ¿Cuestionarte a ti y a tus objetivos? Jamás saldrás del bucle.
Tienes que aprender a manejar la frustración de los procesos, de cualquier proceso, la desgana (porque no siempre te va a apetecer), la tristeza de perder algo por el camino, la decepción… no sé… las cosas «normales» (frecuentes de la humanidad que eres) que pasan en la Vida.
Entonces, ¿Qué hago?
El primer consejo, el más trillado de la historia reciente: establece objetivos reales… 💩
Ejem, imagino que no estás aquí para leer más de lo mismo. Pero te voy a explicar algo antes de pasar a la chica de verdad. Y es que establecer bien tus objetivos será el motor de arranque, lo que te pondrá en el camino (eso es la motivación), pero no te asegura que llegues al final del mismo.
Entonces… ¿Qué hago de verdad para mantenerme en el camino?
1. Cuando establezcas tus objetivos, seguidamente haz un análisis de:
- las consecuencias no deseadas
- los riesgos que corres
- las emociones que tendrás que aprender a manejar
- el plan de contingencias (tu caja de herramientas)
Esto hará que te mantengas en la consecución de tus objetivos cuando vengan mal dadas.
2. Date la oportunidad de transitar esas partes «malas» y si después de X veces sigues igual, entonces sí, plantéate si esto no es lo que quieres.
3. Derecho a la pataleta, parada técnica o repostaje: aunque llevo todo el post diciendo que no abandones y no tires solo de motivación, hay veces que tendrás unas ganas terribles de mandarlo todo a la mierda, para no sucumbir y pensar que es que esto no te gusta, o cuestionarte tu valía… Haz una parada técnica, date un periodo cerrado de tiempo (una tarde/mañana, la noche) para «parar», descansar, date un tiempo fuera de la «lucha» y después continúa.
Venga, y ahora tu turno, dejo espacio abierto. Déjame en comentarios qué es lo que peor llevas tú de tus procesos, cuál es tu emoción o sensación difícil.
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