El partido de fútbol
Laura es una niña de 7 años a la que le encanta el fútbol y le pide a sus padres que le apunten al equipo del cole.
En el primer partido su padre le explica: «Hija, si te caes te rozarás con el césped y te escocerá, puedes soplar para que te duela menos».
Laura le mira con los ojos muy grandes y le responde con una gran sonrisa, pensando: «Vale, no pasa nada, yo quiero jugar al fútbol».
Durante el partido, Laura se cae y llega llorando a los brazos de su padre.
Le dice: «Papi, ¿por qué me duele?»
En el fondo no entiende que le pase eso, si papá ya se lo había explicado.
Ella sólo quiere que el dolor pase. El padre sólo le sonríe y acoge con cariño el dolor de su hija. Le sopla y le ayuda a pasar ese dolor.
Laura es una niña y quizás se sienta desconsolada.
Según vaya creciendo es muy posible que aprenda a pasar por alto el cuidado a su desconsuelo y que aprenda a «ser fuerte», llegando a «evitar» la emoción, y peor, sintiendo que es así como se gestionan las emociones. De esta forma puede incluso llegar a sentirse culpable si «siente».
Si te sientes como Laura pero con unos años más, tengo una noticia que darte.
Sentir no es negociable. Por lo que si no estás cambiando, quizás sea porque de alguna forma, quieres ahorrarte la experiencia emocional.
Y ¿qué hago?
Aprende a sostener la experiencia emocional.
Si es algo inevitable y no negociable, ¿por qué luchas contra ella?
Aprende a llevarte bien con ella.
Pregúntate: ¿con qué la estoy tapando?
- Ira
- Rabia
- Tristeza
- Preocupación
- Pensamientos recurrentes
Mira debajo de todo esto y responde: ¿Qué es lo que no quiero sentir?
Identifica la emoción que hay debajo, después dale un nombre.
Cuando aparezca sé educada y dile hola, no la eches de «tu casa».
¿Cómo te sientes tú si te echan de algún sitio? Pues eso hará tu emoción, volver una y otra vez para que no la excluyas.
Después «siente» esas sensaciones desagradables, aprende que puedes hacerlo.
Estamos preparados para «sensar»: vivir la experiencia sensorial corporal asociada a las emociones.
¿Eres una o un yonki emocional?
¿Dónde hay posibles fugas?
Creo que las dos fugas más grandes son:
- soltar esas emociones iniciales y automáticas a las que nos hemos acostumbrado y que tapan «algo» que no nos gusta sentir.
- vivir la experiencia de la emoción que llevamos ocultando durante tanto tiempo.
Para muestra un botón:
Yo, Cristina, siempre había sido muy reactiva, bastante bruta y tendente a la rabia, el enfado y la indignación.
Me enganché tanto a esas emociones.
Dan mucha energía y las confundía con poder. Hasta que me gobernaron a mí.
¿Qué descubrí debajo?
Tristeza, una tristeza muy profunda por mi historia remota, por una situación de abuso infantil y una idea de que la tristeza me hacía débil y eso era inadmisible.
«Si era débil me harían más daño»
Pensé que sabiéndolo bastaba, pero no. La tristeza estaba y sentirla no era opcional.
Como me había acostumbrado a la rabia y la ira… pues me era más fácil sentirlas, y además más cómodo, y además… me había enganchado al pico «emocional».
Me convertí en una yonki emocional.
Tenía que pasar el «síndrome de abstinencia emocional».
Soltar la emoción de la rabia y sentir la tristeza y eso… dolía…
Última apreciación
Por mucho que yo te lo explique, por mucho que tú lo sepas… no te ahorras la vida. No te ahorras sentirla.
Aborda la primera fuga identificando en qué emoción te escudas.
Aborda la segunda, sosteniendo la experiencia emocional.
Si no sabes cómo hacerlo solo o sola, pide ayuda.
Conocer tu vulnerabilidad te hará más fuerte y si lo vives en compañía quizás entiendas y sientas más fácilmente que eres fuerte, eres capaz.
Puedes seguirme en redes sociales si te apetece, te dejo por aquí el link.
Además, si te apetece contarme tu historia y ver si puedo acompañarte en lo que necesitas, pide tu sesión de valoración inicial en mi agenda.
P.D.: Y si crees que este post le puede servir de ayuda a alguien no dudes en hacérselo llegar, nunca sabes a quién puede ayudar un pequeño detalle :D.