Abrumada

Índice de contenidos

Bien, es oficial. Hoy soy un año más afortunada.
Hoy hace un año que tuve un accidente que me dejó en la cama durante mes y medio, tres meses de baja impeditiva y cinco meses de rehabilitación. Pero sobre todo un recordatorio de por vida de que todo esto merece la pena.  Hoy me he despertado con mucha pena, con mucha tristeza, no sé, tal vez con mucha angustia, con esas ganas de tenerlo acabado todo para antes de ayer. Querer los resultados, ya, aquí y ahora. Con angustia. Esa impaciencia que lo nubla todo y que hace que me aleje de mi centro, del camino. Una impaciencia que hace que me olvide que el camino se recorre paso a paso y que si esprinto es posible que me agote antes de tiempo y que no me entere de nada de lo que acontece durante mi caminar. En realidad, me he levantado huyendo, huyendo de lo que de verdad había debajo de esa capa de sentimientos incómodos (tristeza, pena, angustia), pero conocidos. Llevo unos días muy revueltos, incluso irascibles, sintiendo la incapacidad de transmitirme a los demás, y ahora no paro de llorar de emoción mientras me siento:

Abrumada

Tremendamente abrumada. Curioso que lloro escribiendo que me siento abrumada y no lloro cuando escribo que estoy triste… 😉 Hoy hace un año que se me dio una segunda oportunidad y tanta grandeza no me entra en la cabeza, tanta emoción por la que vivir, tanto que hace que todo merezca la pena. Y precisamente de eso va todo esto, porque la frase es muy buena, merecer la pena. Cuando valoramos lo que tenemos, lo que nuestra vida es, lo comparamos con lo que queremos que sea y con lo que nosotros mismos queremos ser y vemos el camino que hay entre una y otra visión y decidimos hacer el cambio, siempre hay un humillo más o menos denso de miedo que lo nubla todo, pero también hay mucho empuje hacia aquello deseado, y motivación mientras hacemos el proceso. Si lo hacemos bien el objetivo se convierte en una excusa para caminar este camino, gracias Enrique por esa gran frase que dice tanto en tan pocas palabras. Estamos en un momento en el que en general se nos insta a emprender, a cambiar, a cambiar nuestro pensamiento pesimista y derrotista por uno más optimista y triunfal. Lo que no se comenta es que ese camino está lleno de vicisitudes, de altibajos y en ocasiones de pena. Y aquí enlazo de nuevo con la maravillosa frase:

haz que merezca la pena

La clave está en darse cuenta de que el camino, el proceso, la vida vale esas penas y que a pesar de ellas vivir es el premio. Penas, tristezas, angustias merecerán todas ellas si en el camino te encuentras a ti mismo y te acercas a quien eres. Hoy me levanté revuelta y efectivamente estoy abrumada, abrumada por todos los cambios que se han producido en el último año en mi vida. Mi vida iba por una ruta tan conocida, un camino tan pisado que ya no existía inseguridad ninguna. Un camino incómodo, sí, pero seguro. Ahora tengo mucha incertidumbre, mucha inseguridad, pero me siento mucho más libre y aunque eso conlleve mucha más responsabilidad, merece la pena. Si este es el precio a pagar por ser libre, estoy dispuesta a ello. Lo que me pasaba estos días es que estaba abrumada por lo grande de este año, por lo grande de esta vida, por lo inmenso y lo inconmensurable de la vida. Por cómo puede cambiar una vida en tan sólo un año, no sólo por lo que ha cambiado, sino por el camino que he andado estos 12 meses y lo que queda por caminar. No por los hitos, sino por lo grande, lo inmenso del camino al que yo llamo mi vida. Por tan grandes personas a mi alrededor, aunque estén lejos la mayoría de ellos o algunas ya no estén del mismo modo. Por haber aprendido que

yo defino lo que es mi vivir

Por haber aprendido que se puede querer a seres que aparecen de la nada y que con tan poco dan tanto. Me siento agradecida por lo mucho que me quiere y me valora mi entorno, mucho más que yo misma a veces. Agradecida por lo que ha sido y por lo que sé que va a ser, por tener la oportunidad de seguir caminando, de seguir viviendo. Porque todo eso, Hace que merezca la pena.
Abrumada

Si te ha gustado, comparte:
Facebook
Twitter
Pinterest
LinkedIn

Soy Cris. Tu psicóloga cañera.

Psicóloga de profesión y por vocación, aunque muy humana por encima de todo. Soy un culo inquieto, preguntona desde que aprendí a hablar y curiosa de las emociones desde que tengo uso de razón.

Vine con las ganas de ayudar de serie, por eso decidí dar vida a este espacio en el que acompañar a personas en sus procesos para sentirse mejor.

BYE BYE TIBIEZA.
HELLO CAÑA.

Si te gusta lo que lees y quieres estar a la última en mis noticias y en #PsicologíaCañera, suscríbete.

Buenas dosis de inspiración para romper moldes, salirte de la norma, cuestionar el mundo (cuando haga falta) y sentirte con derecho a ser tú mism_.

¿Conectamos?

Los más leídos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar: