Siempre he sido un poco perro verde.
Me di cuenta, hace relativamente poco tiempo, de que para algunas personas soy una persona “incómoda”.
Tengo la facilidad de hacer visible lo invisible, explícito lo implícito y a veces, de hacer fácil lo difícil.
Preguntar está en mi adn
He sido muy preguntona desde que era pequeña. Martirizaba a mi hermano mayor a preguntas, ver una peli conmigo podía ser un suplicio.
En mis sesiones hago muchas preguntas.
Poner luz allí donde hay oscuridad, reconocer lo irreconocible desde la amabilidad y la aceptación incondicional, para acoger y sostener las emociones que consideras lo peor de ti mismo.
Descubrir todos los “No llores”, “no grites”, “sonríe” “no montes un espectáculo” y mil más que olvido y que han marcado tu vida desde el silencio.
Sostener emociones
Se nos ha enseñado a rechazar nuestras propias emociones, negarlas, reprimirlas o incluso asustarnos de ellas.
Aquí no hay miedo a las emociones, cada persona puede mostrar las suyas.
Escuchar al cuerpo y a las emociones es fundamental, tienen mucha información que darte.
“Ésta/e no soy yo”, “¿cómo he llegado aquí? No me reconozco”
La culpabilidad por hacer o decir lo que haces o dices, la vergüenza por ser como eres o sentir lo que sientes son temas recurrentes en mis sesiones.
Todos estos pensamientos inconscientes guían no sólo tus acciones, sino también tus emociones, cómo te sientes.
Hacerlos explícitos te ayudará a tomar conciencia y de forma consciente decidir si quieres cambiar y la forma de hacerlo.
El verdadero cambio
He detectado que el cambio, el verdadero punto de inflexión, siempre empieza por aquí. Por desarrollar la resiliencia a la vergüenza de ser quien y como eres.
Cada persona es un mundo distinto y a cada persona le sirven formas distintas de hacer explícito lo implícito.
A ti puede valerte escribir, a ti pintar, a ti danzar, a ti sentarte a “escuchar” tu cuerpo, a ti visualizar. Diversas técnicas tienen cabida en este espacio.
Trabajo en base a la terapia de la aceptación y el compromiso.
En mis sesiones mezclo el trabajo con los pensamientos y las conductas, con la gestión de las emociones y las sensaciones corporales que las acompañan. Todo esto da mucha información.
Trabajo con temas tan dispares como los razonamientos que damos a nuestras conductas hasta el perdón, la culpa y la vergüenza.
Como ya os he dicho, las emociones no me asustan y ayudo a gestionarlas gracias a la Inteligencia Emocional, la Psicología Positiva, el coaching, el mindfulness y la autocompasión.
Curiosidad
Siempre he sido muy curiosa y me he acercado a la terapia Gestalt, el focusing, la terapia sistémica familiar, la terapia centrada en la compasión, la terapia dialéctica…
Pero hay algo que poca gente sabe. A los 16 años descubrí el eneagrama; me he formado, he leído, he impartido talleres sobre esta herramienta y me apasiona.
Recuerdo este tema como uno de los favoritos de las sobremesas con mi familia.
No es solo una herramienta profesional que me ayuda a ver más allá de lo explícito, sino una herramienta de vida que me acompaña desde hace más de 20 años.
Valentía. Predicando con el ejemplo
Mi forma de trabajar no es estática, soy una encontradora y todo lo que aprendo lo pongo en práctica en mi desempeño profesional si pienso que puede aportar algo de valor a mis clientes.
Me ha costado algún tiempo comprender que una cosa es el potencial y otra lo que haces con él, y algunos años permitirme encontrar mi forma de aplicar ese potencial para aportar más valor a quienes se comparten conmigo en un proceso de crecimiento personal.
Sin sentirme culpable por salirme de la horma.
Bienvenid_ a la reconquista de tu poder personal y tu libertad.
Bienvenid_ a volver a sentirte tan tú como siempre.